Comentario al libro:
Al provenir del campo de la tecnología educativa, el comentario que a continuación presento analiza la obra como herramienta pedagógica.
El libro “Mijo tiene un dinosaurio” que comentamos hoy es una historia enraizada en lo más entrañable del autor. Alfredo Salomón nos comparte esta narración para sensibilizar a grandes y pequeños sobre uno de los fenómenos que ensombrece el sano desarrollo de los niños y niñas de nuestra sociedad, y por ello se convierte en un tema central que debe ser conocido y atendido por los profesionales de la educación.
Es todo un acierto haber elegido el cuento como medio para tratar el tema de la interferencia parental, ya que es uno de los recursos didácticos más poderosos si es mediado adecuadamente por el docente.
La obra que hoy comentamos es un aporte sumamente valioso para directores, maestros, padres de familia, familiares, psicólogos educativos y alumnos. Esto aplica en todos los niveles educativos, incluyendo el nivel superior en el que se forman maestros, pedagogos, psicólogos y abogados.
A continuación, comentamos qué convierte a este cuento en una herramienta pedagógica muy apreciable.
La sociedad actual, inmersa en relaciones de poder y violencia reclama a gritos la necesidad de atender la educación emocional. El cuento que se analiza resulta pertinente hoy día que la educación ha reconocido la interrelación del desarrollo físico, cognitivo, socio-emocional y espiritual del ser humano.
En el rubro de la educación socio-emocional, los cuentos nos permiten desarrollar la empatía con los personajes que en ellos cobran vida. A través de su lectura vivimos esas situaciones imaginarias, reímos y sufrimos, pasamos aventuras y superamos obstáculos junto con ellos. Mijo tiene un dinosaurio nos permite a los adultos regresar a nuestra etapa infantil y vivir la problemática de la interferencia parental desde la perspectiva de un niño de ocho años.
Ese movimiento temporal nos obliga a alejarnos de las percepciones y juicios que generamos desde un punto de vista adulto, para adentrarnos en la búsqueda de explicaciones e interpretaciones de un niño.
De igual manera ayuda a poner en perspectiva y adentrarse en las complejas dinámicas que generan las reacciones y formas de actuar de los adultos involucrados, las maneras en que se afectan entre ellos y a sí mismos.
Cada personaje ha sido cuidadosamente seleccionado y cuando el lector se coloca en la perspectiva de cada uno, logra observar las distintas aristas del problema. Así, por ejemplo, tanto Mijo como el personaje del monstruo nos sensibilizan a entender por qué un niño que vive una situación de interferencia o alienación parental presenta comportamientos que no corresponden a las muestras de cariño que se le otorgan y que pueden ser interpretadas como ingratitud, cuando en realidad, hay detrás dinámicas mucho más complejas de lo que quienes conocen poco del tema pueden imaginar.
Como lector adulto, lo que más impacto tuvo para enriquecer mi experiencia lectora con esta obra, a pesar de tener conocimiento sobre la interferencia parental, fue ese movimiento que obliga a cambiar la perspectiva del adulto adentrándose en la psicología del niño.
En términos de la educación socioemocional, también se ha reconocido que los cuentos permiten abordar situaciones complejas desde una presentación sencilla y accesible para múltiples públicos.
Al ser seguidos de actividades planeadas por el docente que ayuden a los lectores a expresar sus emociones, analizar e interpretar los sucesos, así como identificar las mejores maneras de actuar ante situaciones similares, promueven el control de las emociones, el desarrollo del juicio moral y las conductas pro-sociales.
Hoy día existen editoriales para niños que han publicado excelentes libros para tratar temas como la muerte, la sexualidad, la diversidad, por mencionar algunos. El tema de la interferencia parental que aborda el libro es uno en especial complejo, intervienen múltiples actores, puntos de vista, realidades e imaginarios; por tanto, el cuento resulta un recurso pertinente para ser utilizado con la mediación de un educador o de un terapeuta.
Es evidente que el autor tiene un profundo conocimiento del fenómeno, pues logra con éxito la difícil tarea de expresar con sencillez temas complejos sin banalizarlos. Además, aprovecha de forma inteligente distintos lenguajes que soportan la narración por varios canales: el uso de texto, imágenes y sonido, cuando es leído.
Es en su contenido y en la forma de presentarlo que radica su fortaleza como herramienta pedagógica.
Es importante señalar que los cuentos son productos culturales y como tales pueden ser utilizados como vehículos axiológicos. Muchas civilizaciones los han ocupado para hacer perdurar sus valores y costumbres. En ellos se presenta lo que es aceptado y lo que no en un grupo social en una época determinada. Mijo tiene un dinosaurio nos sensibiliza al valor del amor entre padres e hijos, valor que en una cultura en donde las relaciones familiares son sumamente apreciadas, cobra particular importancia hacerle perdurar.
Los cuentos nos permiten reflexionar sobre nuestras formas de interactuar con otros al analizar las de los personajes y sus consecuencias. Los estudios en tecnología educativa que han investigado los atributos de distintos medios en interacción con los procesos sociales y cognitivos que requieren para la decodificación de sus mensajes, nos indican que los cuentos impresos facilitan la reflexión.
La lectura permite poner la pausa necesaria para dejar de lado las reacciones impulsivas y dar paso a respuestas pensadas y valoradas. La reflexión permite la comparación de las posibles reacciones con los valores sociales aprendidos, generando así la producción de comportamientos pensados. Esa pausa, aunada a una buena mediación docente puede romper con el atajo que suelen tomar algunas señales en nuestro sistema nervioso para comportamientos irracionales fincados únicamente en la emoción. Un buen cuento, con las apropiadas actividades de reflexión contribuye así al desarrollo de la inteligencia emocional tanto de niños como de adultos.
Los cuentos son elementos de socialización, son una ventana al mundo social más allá del ambiente micro en el que nos movemos.
Antes mencionamos que cada historia está impregnada de la cultura de un grupo social determinado. La sociedad actual es distinta a la de otras épocas, hoy hay mayor número de familias monoparentales y se hacen más presentes otro tipo de dinámicas para las cuales debemos desarrollar el respeto, la empatía y la tolerancia que conduce a la buena convivencia.
Las narraciones no solo tratan de secuencias de hechos; lo que pasa en ellas está embebido de sentimientos, pensamientos, interpretaciones, creencias. Cuando las leemos, nuestra mente se ubica e interactúa con los elementos que la propia historia nos proporciona, sumando aquellos que nosotros mismos generamos.
Considerando el elemento de imaginación que conllevan los cuentos, estos nos transportan a contextos y espacios que no hemos visitado antes e interactuar con personajes y personalidades que quizá no hemos encontrado en nuestra vida. En ese sentido, los cuentos nos preparan para cuando se nos presenten situaciones similares o para comprender cuando alguien a nuestro alrededor las vive. Esto significa que nos preparan para funcionar de acuerdo a las realidades presentes en los sistemas sociales más allá de nuestros entornos inmediatos.
Los cuentos también nos modelan lo que se denomina el afecto ideal, es decir aquello a lo que aspiramos y nos hace sentir bien. Alfredo Salomón cuida este aspecto también; el final presenta ese ideal hacia el cual debieran dirigirse las acciones, traducidas en formas de convivir respetuosas en la diferencia.
El desenlace rescata los valores de nuestra cultura y los presenta en el contexto de la diversidad de las sociedades actuales, manteniendo viva la esperanza de la armonía.
Finalmente, este libro representa un elemento fundamental para iniciar la reflexión sobre el papel que jugamos quienes laboramos en instituciones educativas para apoyar el sano desarrollo de nuestros alumnos.
Como espacio de interacción cercano a los estudiantes, lo que hagamos puede empeorar o mejorar el desarrollo de quienes viven una situación de interferencia parental.
Tenemos la enorme responsabilidad de velar por los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes, proveyendo un ambiente donde se sientan seguros, sin miedo, sin ser víctimas de más violencia; un ambiente donde puedan sentir cariño y el apoyo para recibir la ayuda psicológica especializada que estas situaciones requieren; todo ello sin tomar partido por alguno de los padres, ni inmiscuirse en los asuntos legales que enfrenten.
en contextos de alta violencia los servicios educativos deben mantenerse funcionando y cuidar que sean los espacios neutrales en donde los niños encuentren la paz y apoyo emocional que les permitan construir resiliencia, desarrollarse integralmente y superar los retos que la vida les presente.
Tal como indican la UNESCO y la UNICEF:
Gracias a Alfredo Salomón por este libro que apoya las actividades de la comunidad educativa comprometida con el desarrollo de los individuos y las sociedades.
Laura Helena Porras Hernández