En la 1a Edición de Mijo tiene un Dinosaurio, el prólogo fue de Rocío Medrano. Por el valor que tiene en la historia de Mijo, lo hemos reproducido íntegro para su consulta.
En las páginas de este cuento, un dinosaurio representa de forma didáctica el basurero de problemas de pareja, y nos enseña lo absurdo, violento y abusivo que resulta volcarlos sobre los hijos.
Alfredo nos regala el dolor transformado en aprendizaje, alza la voz para decir fuerte, claro y de manera contundente: basta de crueldad, de usar la Maquinaria Judicial, los Tribunales Familiares y las autoridades en general para separar a las familias; de pervertir el sentido de la ley, de que la corrupción empiece en el hogar, basta de violencia a nuestros niños, niñas y adolescentes, a nosotros mismos, nuestros abuelos, nuestras familias y la sociedad.
El autor, en su ardua lucha por recuperar la convivencia con uno de sus hijos, abre una puerta de anhelos y esperanzas que le sirva de herencia a un pequeño del que, por encima de todo en la vida, espera oírle decir la palabra Padre. Él anhela ser el amparo, la guía, la protección y la estructura fundamental que está llamado a ser en la vida de quien lo ha convertido en creador, su hijo.
Alfredo, en este trabajo reconozco tu lucha diaria por recuperar a tu hijo; el entusiasmo con el que me invitaste a formar parte de este proyecto es obligado compartirlo, esperando que, de este modo, hagamos eco de conciencia, sensibilidad y solidaridad social para detener el sufrimiento de nuestras niñas, niños y adolescentes.
Basta de lavados de cerebro en contra de uno de los progenitores, de utilizarlos como proyectiles de destrucción para quienes nos es obligado ser y esperan de nosotros sentido de vida, ejemplo y compromiso. En ningún hogar y en ninguna familia debe haber un niño sufriendo lo que Mijo, el personaje central de la historia, ha sufrido innecesaria, cruel e injustamente. Se debe crecer con seguridad, paz y libertad, se debe dormir en una camita donde se pueda soñar… Y los niños no deben tener, por mascota, sino aquella que escojan libremente para convertirla en su inseparable compañera de juegos…; los dinosaurios como Karma no deberían existir nunca más.
María del Rocío Medrano Castro
CDMX a 26 de octubre, 2017